en el aire,
apostada en el barro.
En el campo desierto,
sin señales de vida.
Te espero bajo el delirio
solo de mis sueños.
Canto, si no grito:
Te invoco, interpelando lo oscuro.
Ven, háblame en susurros,
con guturales gemidos.
Enerva mi sangre
con tu maligna presencia.
Sal de tu infierno,
y acepta la ofrenda
de mi amor clandestino.
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