sábado, 15 de octubre de 2011

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Tíldenlo de masoquismo:
se equivocarán.
Pues, ¿quién no ansió alguna vez el contacto frío del puñal?
¿no se gozaron acaso en la tibieza de la sangre que corre libremente?
¿no extrañaron los desgajamientos furtivos del alma?

Yo amé el frio y el calor,
deseé tu asco y tu sexo.

Y queda la inseparable nostalgia:
Melancólica añoranza por las contradicciones
que solían romper los campanazos de la iglesia gris.

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