jueves, 16 de diciembre de 2010

Fatales palabras de apertura

¿Por qué escribir? ¿Por qué un blog? ¿Para qué explicarlo? ¿Por qué no sólo dejar ser la escritura y olvidar el ser que tras ella se esconde? ¿Por qué no sólo olvidar los motivos secretos, las razones ocultas por las que se escribe? ¿Por qué no sólo abandonar la fatua curiosidad personal y leer la escritura? ¿Por qué buscar explicaciones o presentaciones? ¿Qué acaso no es mejor leer a la persona a través de la escritura tras la cual se esconde? Olvidemos la presentación, el inicio, las explicaciones y escribamos; sólo escribir y esconderse tras esa máscara de letras que nos oculta y nos muestra, tras la que pensamos y tenemos una voz que no se oye,  que se lee, que se escucha en la mente... 

Este blog existe porque existe la escritura, porque existe la literatura y en ella una mejor vida, un nuevo mundo secreto y abierto que nos atrapa y nos llena...

No es posible asegurar que habrá buenos post, que los textos serán amenos, entretenidos, bellos o siquiera comprensibles...porque sólo vamos a escribir, sólo vamos a purgar a través de las letras esos sentimientos que saturan. Sólo vamos a hablar; tal vez a compartir esa pasión catártica por la literatura y las letras, esos sentimientos que crecen en palabras...y aún así a pesar de lo fatal de esta "introducción", hay una invitación abierta para que lo lean, para que comenten, para que la escritura tome vida y crezca en disertaciones, en nuevos escritos...

En fin,  para terminar e inaugurar este pequeño espacio virtual: un poema...


Intensidad y altura


Quiero escribir, pero me sale espuma,
Quiero decir muchísimo y me atollo;
No hay cifra hablada que no sea suma,
No hay pirámide escrita, sin cogollo.


Quiero escribir, pero me siento puma;
Quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
No hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.


Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
Carne de llanto, fruta de gemido,
Nuestra alma melancólica en conserva.



Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
Vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.


César Vallejo