sábado, 21 de febrero de 2015

Tarde de sábado


Sebastián es apenas más alto que yo. No es demasiado cómodo tomarlo de la mano. Aunque tiene 23 se ve más joven. Parece mi hermano menor. Los imagino murmurando por la calle: "Ves a esa pareja. Una vampiresa y un niño". No ayuda tampoco que tenga el cabello tan claro. No importa, me digo. Miro a Sebastián y le sonrío. Él, que me estaba mirando, me devuelve el gesto.

Sabe que debo volver pronto a casa. No puedo evitarlo. Se me ha vuelto costumbre. Son las siete de la noche. Le sugiero Maryland. Me gustan las baldosas oscuras del motel. Aunque tiene algo de grotesco la combinación de rojo y negro, es lo mejor y más cercano a mi casa.

-Siempre podemos empacar algunas sábanas.
-Jajajaja, noooo. Qué horror. Sé que hay frasquitos con crema en el cuarto. Puedes robar uno.
-Será un gran obsequio de cumpleaños.

Tiene mucho dinero. No trabaja, pero sé que sus papás tienen cargos altos como gerentes de algo. ¿De qué? No sé, no estaba oyéndolo. Es extraño que sea un literato.

-¿África, Florida o Shanghái?- pregunta el encargado.

Sebastián me mira con picardía. Siento que los colores suben y gritan en mi rostro.

-Shanghái- digo con un respiro.





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