lunes, 25 de junio de 2012

Sonata en rosa salmón para la homenajeada

-Ya estás en edad de merecer. Debes ser presentada en sociedad. Será esta noche. Todo está dispuesto. Todos están invitados. Comida, los valses de moda y la decoración. Te traje un vestido. Es rosa salmón, con los hombros descubiertos y corte princesa. Como debe ser. Vístete y baja en cuanto estés lista. Recoge tu cabello y riza tus pestañas. Es todo lo que venía a decirte. Hasta la noche.


Ella asintió, en silencio, sin saber lo que hacía. Se quedó sentada sobre su cama, sin parpadear. Tomó el vestido que estaba junto a ella. Rosa salmón, como debe ser- se dijo. No quería ponérselo. Quiso asirse a él. Una niña temblaba tras las cortinas. Llevaba mucho tiempo allí y no quería ser descubierta. Se contuvo. La joven tomó el vestido entre sus brazos y se acostó sobre su cama. No podía pensar. Sólo asirse. La niña no podía gritar. Sólo esconderse.

Abajo, los cocineros preparaban los pasteles y los músicos acomodaban los instrumentos. Flores en la mesa y en las paredes, flores en los vasos y en la comida. Flores en la pista de baile y en las sillas. Las flores son el órgano reproductor de las plantas. Había flores por todas partes. Todo estaba preparado. La hora llegó y los invitados comenzaron a llegar. Vestidos largos que sonaban al arrastrarse por la pista de baile, jóvenes ávidos en trajes negros y a rayas. Corbatas y corbatines, tiaras y tocados. Todo estaba muy bien organizado. Los invitados se sentían a flor de piel, como peces en el agua. Los músicos comenzaron a tocar. 

La joven seguía tendida sobre su cama, sus pestañas lisas y su cabello enmarañado. Seguía sin pensar. La niña estaba acurrucada y ya no sentía las piernas, debía contenerse. La joven cerró los ojos y apretó más fuerte el vestido. Se quedó dormida. La niña permaneció inmóvil, olvidó el entumecimiento de sus piernas. Debía contenerse. Agachó la cabeza y pensó.

Los invitados estaban encantados. ¡Vaya que sí han sabido presentarla en sociedad! ¡Qué fiesta más encantadora! -decían todos. La familia se sentía orgullosa. Todos estaban asombrados. Nadie había notado que la chica aún no bajaba. Todos la admiraban sin embargo. Todos los caballeros fueron a presentar sus respetos a los padres y a profesar admiración por la chica que había sido presentada, prometieron presentes y visitas para esa semana. Ella no había bajado. Pero había sido presentada. Nadie se dio cuenta. La reunión se prolongó hasta el amanecer. Los invitados se fueron retirando con cansancio y admiración. Los cocineros y las doncellas se quedaron a levantar las sobras. Los padres se fueron a dormir. Ella había sido presentada. Todo había sido un éxito.

La joven seguía tendida sobre su cama y el vestido sofocándose entre sus brazos. La chiquilla tras la cortina se había puesto de pie cuando el cuarto estaba en su mayor oscuridad. Nadie la había visto. Sus miembros se estiraron por fin y un hormigueo la hostigó por algunos minutos. No podía moverse. Tuvo que contenerse. De nuevo. Ya no temblaba. La joven estaba tensa sobre su cama y no se movía. Quizá soñaba. Nadie fue a verla, nadie la observó mientras dormía.

Sería mejor que no despertara-pensó la niña. El sol comenzaba ya a anunciar la mañana. La joven se movió por fin. Abrió los ojos y no pensó. Apretó el vestido. Habría sido mejor que siguiera en su sueño, pérfido pero ideal. La niña pensaba. Se escondía. La joven despertó pero habría sido mejor que siguiera dormida. Ella despertó pero no sabía. Los demás estaban ahora despiertos y tendría que verlos correr hacia ella. La habían presentado y ella no lo sabía. La niña tembló de nuevo tras la cortina. Se contuvo. La joven tendría que ver a los jóvenes ávidos, tendría que hablar y ser alguien. La habían presentado a todos, pero no a sí misma. Tendrá que ir con ellos.

Pero la joven no lo sabía. La niña  lloraba tras la cortina.No saldría de allí de nuevo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario