la conciencia de nuestros amores sigilosos,
¡Que cante el recíproco orfeón de deseos!
Lo acompañaremos:
con la voluptuosidad sin par de los cuerpos.
Que se funda tu aliento y el mío
en el ínterin aflautado y extenso
¡Duerme! Yo susurraré constante a tu oído
obscenidades suaves, sollozos píos...
Hasta que regreses al férvido lecho.
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