Sinfonía de colores, percepción abstracta del sonido,
Y entre frases sueltas, incompletas,
flotó tartajeada La Verdad.
Sin sofoco, el sincronismo del sexo y la muerte.
Éramos por fin nosotros: tan humanos, tan bestiales.
Pero todo terminó.
Esperamos la llegada de la luz,
El desvanecimiento de nuestra intrincada noche.
Yo aguardé tumbada, sobre el hábito.
Y en el girar del mundo, en la cabriola mental,
Sobre las arcadas tímidas,
Pensé en ti, sabes que en ti,
mi Cuentista bisoño y predilecto.
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