"El único medio de soportar la vida es vivir sumergido en la literatura como en una orgía perpetua" Flaubert.
sábado, 20 de diciembre de 2014
Politik
Lo dejo ser. Ahora. Vengo de lejos, de la tierra de Alicia, y regreso a Bogotá sin haber ganado nada. Creo que el karma eterno de mi vida será entender que todos los hombres tienen un pasado turbio, marcado por olores baratos y nombres de zorras jóvenes. Laura, María, Daniela... Me hubiese gustado ser esa zorra joven, que como hierro al fuego podía hundirse en la piel de las reses y dejar una impronta. Pero nací para ser la segunda, la otra, la comparada con fantasmas ingratos que solo dejaron dolor e impotencia en mis parejas potenciales. Pero me encuentro demasiado vieja y demasiado estúpida para ser alguien en la vida de alguien. Mejor lo dejo pasar y sigo con Eliot, y empiezo con Borges, y termino con Milosz.
Acabo de decidirlo. ¿Forn o él? Forn. Forn. El desconocido de la curiosidad, ese hombre de fotos oscuras, ese que nunca conoceré. Él, el conocido (¿si?), él, el de carne, el palpable, hacia daño con su silencio y con sus palabras. Nunca lo hizo con las manos. Quizá a la primera oportunidad me hubiera golpeado y tendría el ojo morado, hinchado, lacrimoso.
La pregunta es... ¿cómo desaparecer para siempre de los alcances de no-Forn? Enclaustrándome en temporada de lluvia. Diciembre. Leer a Forn sin distraerme, sin mirar a los lados, sin mirar atrás.
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