lunes, 13 de enero de 2014

Fe de erratas

Quedó escrito. Ellas lo escribieron en nuestros corazones cuando aún no lo entendíamos.

-Y si te beso, Amor, ¿a dónde irán luego mis besos?

Nos dijeron que sus labios tendrían veneno, que sus palabras serían siempre más ligeras que el viento. Dijeron que ellos serían como polvo y nosotras como de arcilla. Que no se acordarían de nosotras, que nos cubrirían de ignominia. Que seríamos como vasijas, abandonadas por años en repisas. 

-¿A quién darás mis brazos, Amor mío, a quién entregarás mi cuello que era tuyo?

Me mostraron que ninguno se quedaría lo suficiente. Me dijeron que pronto te irías, como las palabras con el viento, como el polvo con la brisa de la mañana.

-¿En dónde, Querido, estarán en unos años mis caricias?

Anticipo hoy mi desesperanza. Me calcifico lentamente. Pongo cuidado en que la carne no quede expuesta.

-Y si te canto, Amor, ¿a quién darás luego mis canciones?

Me repetían sin querer, diariamente, que no he de confiarte mi dolor. Me convenzo siempre de mi insuficiencia, cada año mi letra se hace más pequeña.

-¿En dónde, Vida mía, guardaré mi suspiro cuando no tenga tus sienes?

Siempre les dieron la razón. Temían, dudaban, huían. Siempre los necesitaron, siempre quedaron derruidas. Como ciudades sin muro. Se convirtieron en sus propias guardas y consiguieron sus propios eunucos. 

¿A dónde irán mis palabras cuando no puedas escucharlas?

Se cubrieron de azafrán y se frotaron con bálsamos. Luego, debajo de las piedras, esperaron la tormenta. La ciudad siguió en ruinas, nunca los volvieron a ver. 

Y si te quiero, Amor, y si te necesito, ¿qué será luego de mi vida?


No hay comentarios:

Publicar un comentario