jueves, 15 de agosto de 2013

Un día. Un segundo

"Yo miro y no deseo porque me encuentro plenamente satisfecho"
Czeslaw Milosz
 

Un día la vio, unos puestos más allá, sentada displicentemente, apoyando la cabeza entre la mano izquierda, dejando que entre sus dedos se colaran negras cintas de cabello lustroso. Bosteza, se remueve, bosteza, y se remueve de nuevo. A veces abre mucho los ojos, a veces los entrecierra lentamente, dejándose llevar por el cansancio. Descubre que de cuando en cuando mira al techo con ojos interrogantes y suspira entre horas de fuego.

Él la vio, con disimulo. Echo la cabeza hacia adelante, cubrió los ojos con su pelo y adivino su silueta entre líneas palpitantes. Se removió en el asiento, como ella, tratando de apartar el dolor que le produjo encontrarla. La vio de nuevo y quiso tocarla, tenerla, besarla... La deseo como se desea la muerte.

Durante un segundo la amo: porque entrecerró los ojos con su mismo cansancio, porque los abrió con la misma curiosidad, porque miró hacia al techo con el mismo aire interrogante de quién no entiende por qué respira.

Un día. Un segundo. Él la amo por muchas razones. Él la amo, también, por ninguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario