Desde entonces se esconde en las espesuras y por nadie en el monte es vista,
por todos oída es: el sonido es el que vive en ella.
OVIDIO. Metamorfosis, III, 400.
En las noches me lleno de nostalgia.
Vienen pequeñitos los títeres de mis días
a representar la humorada de mi vida.
Dicen: Hoy, mañana, pronto, luego, arena, risa, voltereta.
Pero nada de eso es cierto en cuanto lo digo.
Por eso la negación.
Dicen: Ven, iré, levántame.
Pero aquí sólo hay una pecera y un dardo y un lapiz sin punta.
Nada de esto es cierto y caigo en la repetición de tu nombre.
Trae las cenizas que caen de los párpados que besas.
Llora sobre el vientre que huye deshecho y será fértil.
Ríe sin saber que has hecho jirones mis huesos.
Yo sigo esperando aquel cerezo rubicundo y viril.
Sigo tendida sobre el pasto hasta que se haga movedizo,
que me consuma y me arrope. Quiero ser verde.
Hay alguien aquí que me enseñó a despreciarlo
Alguien más me hace anhelarlo
Pero en verdad no hay nadie sino el pasto
que no quiere atraparme dentro de sí.
que no quiere atraparme dentro de sí.
Quiero ser verde y abandonar, por fin, tus palabras.
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