sábado, 25 de junio de 2011

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Huele a metal:
es el olor oficial, el patrón existencial,
la esencia turbia de todos los tiempos,
atravesando generaciones.

El alma es insolente, la carne no.
Ciertamente la rebeldía común, la diferencia,
no tiene boca.
La razón implica rechazo, abandono...
El aire es pesado, casi nadie lo nota.

Huele a metal.

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