lunes, 9 de septiembre de 2013

Tuve un sueño

“Sufre tú el castigo de tu lujuria y de tus abominaciones, dice Jehová”
(Ezequiel 16, 58)


Medianoche.
Tumbada en el lecho pedí a Dios una señal,
no logro recordar de qué.
Estaba pensando en la forma correcta de amar.
y tuve un sueño.
Era la hierba y los caminos.
Encuentros y desencuentros, caras extrañas.
El deseo vehemente de yacer con alguien.
Y la repulsión apremiante del incesto.
El engendro en mi vientre. Los dardos metálicos,
Atravesando la carne de algunos hombres.
Caían despatarrados al suelo
Al suelo de un tiempo sin lugar.
Media docena de compañeras de cuarto.
Chicas de los años cincuenta,
Rubias vaporosas, desgraciadas como yo,
Se colgaban de las vigas del techo
Se tajaban las muñecas
O se arrojaban desnudas por los balcones.

...Y los rayos del atardecer colándose siempre
por las ventanitas de la pensión desolada.

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