Tú no lo sabes... mas yo he soñado
entre mis sueños color de armiño,
horas de dicha con tus amores
besos ardientes, quedos suspiros
J.A.S.
Estos episodios seguirán sucediendo y ya no sé qué más decirte. ¿Cómo seguir escondiendo estas marejadas de ilusiones y deseos que de súbito me atacan? Se me viene a veces toda tu vida de golpe. Sé todo lo que eres y quién no quieres ser; y te veo mientras te cepillas los dientes y el cabello; y mientras escoges un libro y mientras compras un dulce por la calle. Te me vienes de pronto como una avalancha sin rumbo, en una explanada, que se expande y me habita. Llegas tú, tu familia, tus deseos, tus obsesiones. Me invaden. Tu inconsciente comienza a susurrarme al oído todas esas cosas que crees pasado y yo no sé qué hacer ya con todo esto dentro. Con todo tú adentro de mí.
Me expulsé de mí hace mucho tiempo. Cuando me cansé de conocerme. Ahora me habitas tú y yo trato de volver a estar sola. Pero entonces tu madre dice: -Es tan buen muchacho. Y luego tu maestra de primer grado me advierte: -Nadie colorea como él. Y yo digo: -Debe irse. Pero entonces, te veo tiritar de frío envuelto entre sábanas que tienen bordado mi nombre y me doy cuenta de que te has ido otra vez. Estás sólo en una casa verde, bellamente amoblada y grande. Sobre todo grande. Estás yerto y sonríes con infamia. Te burlas porque te me has escapado de nuevo, porque no logré sacarte de mí y vas a volver a habitarme. Y hablas de todo esto como si fuera constructivo, como si mi vida estuviera en un plano lineal ascendente y no en una espiral retorcida y estrecha que se roza a cada tanto y me provoca desmayos.
Ahora trato de andar preparada. Te hago un escenario y le pongo rostro a tus colegas. Le pongo caminos a tus pies de niño que van hacia la escuela y diseño edificios en los que escuchas cátedras. Me he vuelto arquitecta e ingeniera, escenógrafa y novelista. Describo con precisión sinestésica la trayectoria de tus pensamientos y determino con exactitud la próxima palabra que dirás. -Me has encarcelado- dirías con orgullo y malicia, con la mirada fija en algún punto cuerdo de mi rostro. Pero esto es sólo la preparación. Un día llegarás a habitarme y ya no tendré espacio de nuevo. Estarás apretujado y cansado. No seré un pensamiento lo suficientemente grande como para albergarte y tendrás que devolver la llave. A regañadientes como cuando eras pequeño y debías devolver un dulce que no podrías comprar. Con el deseo, la melancolía y la certeza de algún día, todos volveremos a poner las llaves en su sitio y el botones recibirá nuestras maletas. Tú irás rumbo al aeropuerto, yo iré hacia el mar. Besaré un marinero y robaré su barca. Remaré sin rumbo esperando encontrar mi cuerpo deshabitado que camina en las aguas.
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