domingo, 15 de mayo de 2011

Relojes

Sí, el pasado. Silencio, es mejor dejarlo lejos... no lo llames.
Es mejor no traerlo a la vida hablando de él. Déjalo atrás, susurra para que no te oiga y no decida venir.

El pasado ¿Desde cuando? ¿Cuando comenzó ese pasado olvidado? ¿Fue ayer? ¿Fue hace dos años? ¿Cuando comenzó el pasado que quise alejar de mi lado? Ese que me avergüenza y me sonroja, ese que me hace sentir el peso de los errores y la agonía de la inmadurez. Ese que he alejado. Al que le he quitado peso cargándolo de olvido, de novedad y de imprecisiones.

El Pasado, no lo sé. El Pasado, con mayúscula, porque es propio, porque es mío, porque es único y tiene nombre. El Pasado.

Tal vez es mejor dejarlo así, indeterminado. Es mejor no saber cuando comenzó ni cuando terminó (¿Acaso terminó? ¿Acaso el pasado no nace cada día al atardecer?). En todo caso, es mejor dejarlo así, apocado por el resplandor y la renovación que le trae el presente. Oscurecido por el olvido y la insignificancia con la que he marcado ese ayer, por el brillo que he puesto en el hoy. El pasado. Dejaré de escribir de él. Porque lo he despedido, hace mucho, anoche cuando dormí.

Adiós, ya no me avergüenzas...adiós, ya no me intimidas. Adiós, me perteneces y ahora te he hecho a mi medida....Ya no eres el Pasado, ahora eres el Ayer que yo quiero que seas...ahora eres el resultado de mis sueños. Así que vete...con tu ignominia y tu desidia y tu dolor...ya no existes...Adiós.

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